
1.- La caricia del sol de otoño, cuando sale.
2.- Las gotas de lluvia que al caer envuelven el ambiente con esa mágica sensación a través de la ventana; o mejor: observarla al reparo pero en vivo y en directo, con olor a tierra mojada. O mucho mejor aún: que caiga sobre nosotros, que nos empape mientras corremos, reímos, lloramos o amamos.
3.- La posibilidad de regalar sonrisas sin escatimar: a familiares, amigos, amigas, enamorados o desconocidos.
4.- El azar. Las sorpresas que nos da la vida, recorrer con euforia sus vueltas, amortigüar los tropiezos y disfrutar los enderezos.
5.- La música. La que eligamos, la que nos llene el alma, la que nos ponga piel de gallina o la que nos ponga a bailar sin vergüenza.
6.- Una película con helado y frazada, o con un té con miel y limón en caso de que nos duela la garganta como a mi hoy ;).
7.- Todo lo que hay por conocer: desde personas, pasando por millones de lugares en el mundo, hasta toda la cantidad de libros, músicas e historias de todo tipo que andan habitando las atmósferas místicas y encantadas de este planeta.
8.- Un te quiero o un abrazo de quien sea, cuando sea.
9.- La posibilidad de hacer lo que nos gusta, de proponernos perseguir sueños; a paso lento o a zancadas pero perseguirlos de forma incesante.
10.- Somos únicos. Y podemos buscarnos hasta encontrarnos para poder dejar nuestra esencia irremplazable a cada paso. La singularidad auténtica nos hace personas hermosas.