miércoles, 23 de julio de 2008

Sin palábras... (que realmente tenga ganas de decir hoy)


¿Qué decirle a mi blog un día como hoy?

Después de momentos intensos, confusos, rebalsados, tristes y felices a la vez; despertar hoy después de haber dado la sentencia definitiva en mi mente, y encontrar este desastre...

¿Por qué esa negación a pensar, a destapar, a entender? Porque sacando trapitos al sol, destapando el escondite, se descubren heridas abiertas que todavía sangran. Heridas que pueden llevar a cometer errores en pos de taparlas y olvidarlas sin antes hacer que sanen.

En medio del ir y venir por los pasillos de mi casa, mirando de reojo los apuntes de Metodología de la Investigación que dejé abiertos en la página 1 sin poder leer ni un párrafo, me llama mi tía y me propone que la acompañe a un curso de "Ángeles". En sendas ocasiones me ha prestado y enviado material sobre metafísica y esas cosas...materias muy interesantes si se les sabe sacar provecho sin mirarlas muy de cerca.

No sé si lo que necesito es un curso sobre "Ángeles" (comencemos porque no tengo idea de en qué consiste). También existe la posibilidad de que me generen mucha depresión las caras de la gente que asista al curso (esa es mi veta prejuzgadora). Pero si no es eso, necesito algo. ¿Qué? ¡¡¡Algo!!! Una droga fuerte, algo que me encamine hacia otro lado, que me aleje, que me mantenga de pie, que me muestre paisajes totalmente nuevos sin perder todo lo que supe encontrar en mí en este último tiempo.

De cada crisis grande que tuve salieron cosas muy buenas: una super-cool banda de rock que duro dos años, una revista que sigue en pie...Tendré que encauzar mis energías en algún otro lugar, y superar las cosas que hacen los demás (o más bien, como diría mamá Marta, actitudes de los demás que dejo que me afecten demasiado), disfrutando de lo que puedo hacer yo misma, solita como pez en el mar.

Y basta, por favor, basta de guitarras, bajos, micrófonos y teclados.

martes, 15 de julio de 2008

Algún día, se va a quedar quieto y lo vamos a alcanzar...


Lo malo es cuando desaparece la magia. Y uno de los momentos en que desaparece, es cuando olvidamos cuáles son nuestros sueños: cuando olvidamos quiénes queríamos ser cuando éramos chicos, y cuando solo cumplimos las obligaciones que nos impone nuestra vida de adultos o semi- adultos, o proyectos de adultos.
En mi caso, lo malo es haber dejado tan atrás la imagen de la nena de seis años que se colgaba todos los collares y pulseras de su madre que encontraba por ahí (o buscaba arduamente revolvienod todo), se ponía sombra celeste en los ojos, se pintaba los labios de rojo con poco pulso, y se calzaba los tacos de su mamá, aunque fueran talle 38 y ella fuera…¿14?
Haber dejado tan atrás el recuerdo de cuando bailaba con mi hermano en el pasillo antes de irme a dormir, mientras cantaba “Eres tu, el príncipe azul que yo soñé...”, representando a la bella durmiente de Disney. Olvidar cuando veía una y otra vez La Bella y la Bestia, y copiaba los diálogos en papel, porque quería ser la princesa de la historia y saber todos sus libretos.
Haber dejado atrás los shows que preparaba para mis familiares a los doce años, en los que cantaba canciones de Mariah Carey y Whitney Houston (y cobraba entrada, sisisi).
Olvidar la inmensa satisfacción que me producía terminar un tema propio y mostrárselo a mi hermana (fan número uno indiscutida de los temas de mi autoría), y que lo canten mis amigos, o se lo graben en el celular, o se pongan las letras en el nick.
Olvidar la adrenalina que sentía cada vez que cantaba en un escenario, cada vez que un trío de acordes me movilizaba tanto como para ponerme la piel de gallina.
Esos eran momentos mágicos, porque representaban un sueño cumplido, desprendían estrellas de ilusión que viajaban al infinito sin retorno, y me hacían sentir una inmensidad indominable, repartida en cuotas de alegría desesperada.
Y lo malo es dejar que otras cosas pasen a ser más importantes, o pasen a tapar eso que tanto queremos y que tan bien nos hace, pero que tal vez abandonamos porque son cosas difíciles de alcanzar. Si fueran fáciles no serían sueños, ya serían realidades consumadas.
Lo malo es dejar que la rutina diluya nuestras ganas, nuestra emoción y nuestra magia. La magia que hacía que una noche nos quedemos sin dormir aunque tengamos que trabajar o estudiar, nada más que para matarnos de risa con amigos, o para ver una película mágica, o para escuhar un cd mágico, o para escaparnos con un príncipe mágico en su caballo blanco hacia el castillo; la magia que hacía que un impulso nos lleve a soltar todo y caminar hasta ver el río, y quedarnos hasta el anochecer; la magia que me hacia llegar corriendo a casa para pasar esa canción que me daba vueltas en la cabeza a papel y acordes; la magia que hace que uno haga y persiga lo que lo hace feliz, no lo que lo ajusta perfectamente en la casilla del deber ser y deber hacer.
Creo que lo mágico reside en perseguir los sueños, en perseguirse a uno mismo, en disfrazarse no importa la edad que tengamos, en bailar cantando como la bella durmiente no importa cuán “maduros” seamos, en seguir jugando a preparar shows privados (y cobrando la entrada claro :P), en seguir respondiendo a los impulsos; y sobretodo, en correr detrás de ese sueño… Algún día, por cansancio, se va a quedar quieto y lo vamos a alcanzar.

viernes, 4 de julio de 2008

Tres pasitos hacia atrás


A ver, ¿Cómo es eso?

Esa es la frase preferida de mi psicóloga. Cada lunes a las 2 de la tarde, cuando me siento en esa adorable silla con vista al río, pongo play y empiezan a salir una chorrera de palábras inmanejables de mi boca, hasta que ella me pone el stop con: "A ver, ¿Cómo es eso?". Se parece mucho al sistema del Tutti Fruti, en que uno empieza a contar el abecedario hasta que alguien lo para y entonces se queda ahí, en esa letra, y todo el juego va a girar en torno a esa letra.

A veces decido cuidar la salud mental de mi psicóloga para que dure más tiempo, y no le digo todo lo que podría decirle, o más bien trato de elegir el tema cumbre de la semana, ese que necesito descargar en serio, sin falta, pero siguen sin alcanzarme cincuenta minutos semanales...

Ayer fui a ver Sex and the City con Maru (¡por el poder de Eimiii!). No van a encontrar aquí un comentario de la película como en todos los blogs de mujeres nacidas durante las décadas de los 70 u 80, pero sí voy a reproducir una frase que me quedó dando vueltas en la cabeza:

"She was an intelligent women, until she fell in love"

No es que Sex and the City constituya un modelo de algo para mí, pero debo decir que el/la guionista de esa escena, está por demás de acertado/a y bien ubicado/a en esta vida (aplausos para él/ella).

Parecen cuestiones del destino (de hecho lo son, y el destino sí que es sabio): justito cuando el Yo soy sola comenzaba a desvanecerse, luego de mucho trabajo interno, y cuando tenía las palabras justas en la punta de mi lengua, repasadas mentalmente cientos de veces, un tsunami decidió arrasar con todo y dejar mis pensamientos/sentimientos en pampa y la vía. ESO es exactamente lo que DETESTO de estas cuestiones amorosas. ¿Quién carajo me mandó a mi a dejar libre el paso a mi debilidad y bloquear mi mente en pos de la libre expresión de esos sentimientos inmanejables que salen de otros lugares extraños? Y claro, una se vuelve tonta, poco práctica, inerte, pasiva, con un agujero que se profundiza desde la garganta hasta el estómago. ¿Es necesario?

Y es por esto que reivindico hoy el Yo soy sola, ya que mis intentos por no serlo parecen no agradarle a las líneas del destino. Me doy cuenta (siguiendo al ubicado/a guionista de Sex and the City) de que soy mucho más inteligente y práctica cuando no me permito caer en las garras de las cuestiones melosas del corazón.

Es por esto que (y respondiendo a una reacción tan típica de mi persona), decidiendo salir de esta dependencia emocional, y casssi a punto de haber perdido todo lo construido hasta el momento, me dedicaré a limpiar rastros y recuperar el aura que tenía hace poco tiempo. Después de un extenso ida y vuelta en perderme y encontrarme, cuando quise perderme para encontrarme de otra manera y volver a armarme, el camino fue cerrado, clausurado, o más bien, borrado, desaparecido. (Yo no creo en eso de apoyar la sal, ni en los gatos negros, ni en las escaleras ni nada de eso, pero siempre supe que todo pasa por algo, y que no hay mal que por bien no venga)

Por lo tanto, como el destino y yo somos amigos, y se que el tierno no me miente, daremos juntos tres pasitos (o pasotes más bien) hacia atrás, y nos reencontraremos con Cande, Candela, Chan, Chanu, Chanchi, Chanchito o Chancho, member of the single's happy hour group!

Esto debe incluir: ir a la peluquería, porque pelo nuevo = vida nueva, comprarme un esmalte nuevo, porque uñas nuevas = vida nueva, ir a muchos happy hours, porque tragos nuevos = vida nueva (¿?), sumergirme en nuevos ambientes, porque amigos nuevos = vida nueva, comprar una de esas revistas femeninas tan culturizantes, porque revista nueva = vida nueva, pasar muuucho tiempo hablando cuestiones superfluas con mis amigas, utilizar asiduamente la tonta expresión Wiiii, y practicar hermosas sonrisas frente al espejo.

(Aunque no lo parezca, hay una persona inmensamente profunda y mucho más inteligente detrás de lo que este comenario demuestra).