miércoles, 22 de abril de 2009

Desangelada

Hay días en que mi angel se va y me deja sola.

Maldito ser ingrato y caprichoso.

Me saca las alas, me saca la luz, el vestido blanco con perlitas, el brillo, la sonrisa, la simpatía.

Me aleja. Me hace hacer todo al revés, me discrimina, me apaga, me entorpece, me hace sentir más insignificante que una pulga.

Inútil. Todo mal. ¿Quién es el para irse así y dejarme en el medio del viaje un día cualquiera? En pampa y la vía como le dicen...

Reconozco si, que a veces me lo avisa: no te recargues, no te excedas, tomate tus tiempos, relajate, de a una cosa por vez. Y yo lo escucho, si, lo escucho, o trato, pero a veces pienso que wonder woman puede con todo igual. Y no, sin el ángel wonder woman no existe. Y si no le hago caso se enoja y se va. Tan simple como eso.

¡Que vuelva! Necesito que vuelva. Porque sin el ángel no soy yo. Soy yo sin ángel, soy un 30 o un 20% mío, soy la parte más chata de mi ser, la parte sin ángel.

No me quiero sin ángel. No existo y no me soporto sin ángel. No hay campanita sin ángel.

Así que paramos. Stop, piquete, hasta angelarme otra vez. ¿Ok?

sábado, 4 de abril de 2009

Atmósferas: adiós Alfonsín, buenas noches Molotov

Molotov terminó bien arriba, con cientos de cabezas agitándose verticalmente en un movimiento mecánico y uniforme y una cantidad de chicas sobre el escenario; que, tratándose de otra banda podrían haberse confundido con un numeroso coro gospel de voces privilegiadas, pero este no fue el caso: ellas eran chicas del público que subieron invitadas por los mexicanos para bailar las últimas canciones desaforadamente.

Alfonsín terminó arriba también, con miles de cabezas mirando hacia el frente o hacia abajo, miradas que lo acompañaron a su entierro guardando un dejo de tristeza y admiración simultáneos. Tristeza, melancolía, o "esa extraña sensación" de que el símbolo vivo más puro de la democracia que quedaba en nuestro país, finalizó su estadía en la tierra. Un sentimiento de desprotección, tal vez, una ráfaga de viento helado que nos dejaba inválidos frente al gran villano...una especie de Ratón Pérez frente al Increíble Hulk, pero éste último en versión femenina y vestida íntegramente por Susana Ortiz y Claude Bernard.

Molotov abrió el show con "Gimme tha Power", una canción que alardea casi al final el grito unánime: "El pueblo unido jamás será vencido". La multitud enloqueció por ese mismo power que irrumpió en el escenario del templo del rock. Al terminar esa apertura hicieron mención a Alfonsín y se escuchó un "que descanse en paz" por parte de la voz del grupo mexicano. Y me quedó resonando en la cabeza: "el pueblo unido jamás será vencido".



La multitud que acompañó el entierro de Alfinsín se movilizó de forma voluntaria y pacífica. Diversidad de edades y de personas. Una caravana interminable que connotó algo que excedió y fue mucho más allá de la muerte del caudillo. Fue una especie de oasis en medio del trajín de caras largas diarias al que nos tiene acostumbrados el gobierno K. Llovía, o lloviznaba de a ratos, y se desplegaban los paragüas radicales o los multicolores, no importaba el color ni importaba la lluvia, no hubo motivo para no acompañar la ola de gente que despidía al ex presidente.

A la noche también llovió. Cerca de las nueve estábamos listas para tomar el taxi que nos llevaría al recital y se largó un chaparrón estilo baldazo de agua; pero cesó, y durante el recital no hacía falta lluvia porque los truenos, claramente, estallaban en el escenario. Molotov es una banda que más allá de su composición rapera y rockera a la vez, la exactitud ametralladora y hablidad de su baterista, sus ritmos pegadizos y poderosos que obligan a saltar o al menos a mover el cuerpo, tiene letras que denuncian y dejan aflorar toda la "escoria de nuestra sociedad", hablando en término ska-peanos, y del ser humano mismo. Sin pelos en la lengua nos hacen ver de una manera divertida y lastimosa a la vez la mierda en la cual estamos insertos.

La tarde de entierro, en cambio, estuvo cubierta de un manto blanco y puro. No afloraron más que cantidades de rosas en capullos y en palábras para el ex presidente Raúl Alfonsín. Fueron horas de recuerdos atravesadas por ojos caídos y algunas lágrimas propias de toda despedida de este tipo; conductores, periodistas y figuras políticas o no políticas solo tuvieron palábras de admiración hacia el titulado "padre de la democracia". Se recordó su obra, su accionar limpio durante la dirigencia, ese que tanto se extraña por estos días, y hubo invitados en su mayoría amigos gobernantes del caudiillo que dieron discursos de despedida.

Para Molotov también hubo un invitado de lujo: Panchito Chévez. Pero Panchi no tuvo palábras puras y blancas de admiración, muy por el contrario lo hicieron "putear" a más no poder previo a su participación con la armónica en la canción "Puto". Ni el mismo Panchito sabía ya qué palabras (o malas palabras, no porque sean malas diría Fontanarrosa sino por el sentido en el que se las usa) decir para alcanzar el nivel de palabrerío sucio que profiere el cuarteto mexicano.

No es el objetivo poner en relación a Molotov con Raúl Alfonsín (relación por cierto inexistente), solo ilustrar un cambio de atmósferas radical que viví ese jueves 2 de abril. Querramos o no, aunque no fuera un hecho feliz el entierro de Alfonsín hizo aflorar de forma espontánea lo más lindo de la gente; y Molotov si bien dió un recital sin desperdicios y muy cargado de diversión y buenas ondas, fue un memo recordatorio de los defectos de nuestra sociedad, nuestro sistema capitalista y ni hablar, de nuestros gobiernos "democráticos".

La casa estuvo en orden esa tarde de abril, y el templo del rock se ordenó por la noche. Cada cosa en su lugar hasta que amanecimos al día siguiente, con los mismos problemas que denuncia Molotov sin resolver, y con uno menos en la lista para echar luz sobre el sinuoso Kamino que recorremos hoy en día.