martes, 31 de marzo de 2009

Diez motivos para sonreir:


1.- La caricia del sol de otoño, cuando sale.

2.- Las gotas de lluvia que al caer envuelven el ambiente con esa mágica sensación a través de la ventana; o mejor: observarla al reparo pero en vivo y en directo, con olor a tierra mojada. O mucho mejor aún: que caiga sobre nosotros, que nos empape mientras corremos, reímos, lloramos o amamos.

3.- La posibilidad de regalar sonrisas sin escatimar: a familiares, amigos, amigas, enamorados o desconocidos.

4.- El azar. Las sorpresas que nos da la vida, recorrer con euforia sus vueltas, amortigüar los tropiezos y disfrutar los enderezos.

5.- La música. La que eligamos, la que nos llene el alma, la que nos ponga piel de gallina o la que nos ponga a bailar sin vergüenza.

6.- Una película con helado y frazada, o con un té con miel y limón en caso de que nos duela la garganta como a mi hoy ;).

7.- Todo lo que hay por conocer: desde personas, pasando por millones de lugares en el mundo, hasta toda la cantidad de libros, músicas e historias de todo tipo que andan habitando las atmósferas místicas y encantadas de este planeta.

8.- Un te quiero o un abrazo de quien sea, cuando sea.

9.- La posibilidad de hacer lo que nos gusta, de proponernos perseguir sueños; a paso lento o a zancadas pero perseguirlos de forma incesante.

10.- Somos únicos. Y podemos buscarnos hasta encontrarnos para poder dejar nuestra esencia irremplazable a cada paso. La singularidad auténtica nos hace personas hermosas.

domingo, 15 de marzo de 2009

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¿Y qué pasa si llega un día en que nada ni nadie me alcanza?
Seguramente piense que el problema soy yo.
No nace la melodía ni acá, ni allá, ni con ellas ni con ellos, ni con ella ni con él.
Desorden.
Buscando algo que no existe. O tal vez si, pero a los bichitos de luz los encontrás si estás atento y los ves brillar, y corrés a su búsqueda, y si reís en el camino. Sino, supongo, se asustan.
No importa.
Importa que nada me alcanza, y que la distancia y la soledad parecen ser la mejor opción. Un hundimiento lento, un acobijamiento que me deje imperceptible hacia los demás. Hay momentos en que las sábanas y frazadas son mis mejores amigas.
No existo porque no quiero existir hoy. Y no creo que nadie tenga la capacidad de sacarme de allí.
Y ella está a miles y miles de kilómetros de distancia. La sangre une pero la distancia separa, aunque el verso al partir haya dicho algo distinto.
¿Y qué si ya no soy más adorable?
¿Y qué me importa lo que digan decenas de personas que ni me conocen? Siempre es lindo ver caer pétalos de rosas sobre uno, pero ¿quién te abraza cuando necesitás contención? ¿Quién para un segundo para darse cuenta si estás bien o estás mal?
Pocas, poquísimas personas. Y aunque no nos una la sangre (o si), con ella de chiquitas podíamos desenredar los hilos del corazón de una y otra casí sin mirar; pero hoy, pareciera que ni siquiera percibe que los hilos se enredaron para mí, y que cada vez están más atados y más confusos.
Y nada alcanza.

lunes, 9 de marzo de 2009

Sentimientos desEncontrados


Parecen poco frecuentes en el curso de los tiempos que corren, los sentimientos encontrados.
¿Alguna vez se encuentran los sentimientos?
Este tipo de cursileadas me sacan de quisio, sí. Quienes me conocen saben que las "cuestiones profundas" no son mi especialidad.
Pero quedarme en la superficie no es más que una actitud de miedo a caer en ese vacío que trae tanto sufrimiento.
Después de todo, ¿existe el amor hoy en día?
Definitivamente si, no puede haber otra respuesta: amamos de distintas formas, a personas del mismo o del otro sexo ¿pero de qué manera?
No existe el amor correspondido, existe el amor disparatado, ese que estalla hacia cualquier lado, en cualquier lugar, y que se esfuma tan rápido como nace. Pedazo de fenómeno desordenodao si los hay...
Lo que no constituye para mí un defecto: odio las estructuras. Eso de poner títulos y catalogar no es lo mío. Pero reconozco que conforman un marco de seguridad y estabilidad que hace que la vida de una sea más relajada...o no.
Creo que hay momentos. Algunos en que la montaña rusa (y la ensalada rusa) están a la orden del día y son el menú preferido, o el divertimento ideal. Y otros en que entrelazar los dedos de la mano mirando por dentro de las pupilas del otro para llegar a lo más recóndito de su alma, son una fuente de paz que se hace inminentemente necesaria.
Ése es el momento, éste momento.
¡Qué feo reconocer algo que da por tierra toda mi escalada hacia el ideal de una mujer soltera y autosuficiente!
Confieso que estaba en la mismísima cima del ideal. Pero creo de todos modos que esto no es caer, al contrario, es capitalizar esa cima, entendiendo que todo ese camino empinado recorrido hacia arriba, hace que sea más fácil saltar (o más bien, cruzar el puente con tranquilidad) hacia la cima vecina, esa en la que estamos yo y otro más.

Amor, amor, amor. No era el de nuestras abuelas. A nuestras abuelas seguramente las engañaban por atrás y no se enteraban. El ser humano es algo tan particular y vueltero, y cada ser humano es tan singular...pero la poca estabilidad en todos los aspectos de nuestra vida diaria hace que el amor sea igual de tembloroso en sus cimientos.
O no, el amor no es lo inestable. De hecho creo que de alguna manera u otra yo sigo queriendo a las persona que se econtraron conmigo en algún momento (incluso a aquellas que me hciiceron un poco mal); pero sí existe ese concepto de la prueba, o de lo utilitario. Pruebo, uso, disfruto, suelto y voy por más.
Un uso que no es exclusivo de los hombres, pero a las mujeres suele cansarlas más rápidamente, o simplemente deja de resultarles "util" ¿?.
Lo cierto y concreto es que hoy no quiero probar, usar, disfrutar, soltar e ir por más; ni quiero que me prueben, usen, disfruten, suelten y vayan por más.
Hoy quiero que se queden con la cabeza apoyada en mi hombro y los brazos alrededor de mi cintura, al menos por un largo rato...