domingo, 15 de marzo de 2009

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¿Y qué pasa si llega un día en que nada ni nadie me alcanza?
Seguramente piense que el problema soy yo.
No nace la melodía ni acá, ni allá, ni con ellas ni con ellos, ni con ella ni con él.
Desorden.
Buscando algo que no existe. O tal vez si, pero a los bichitos de luz los encontrás si estás atento y los ves brillar, y corrés a su búsqueda, y si reís en el camino. Sino, supongo, se asustan.
No importa.
Importa que nada me alcanza, y que la distancia y la soledad parecen ser la mejor opción. Un hundimiento lento, un acobijamiento que me deje imperceptible hacia los demás. Hay momentos en que las sábanas y frazadas son mis mejores amigas.
No existo porque no quiero existir hoy. Y no creo que nadie tenga la capacidad de sacarme de allí.
Y ella está a miles y miles de kilómetros de distancia. La sangre une pero la distancia separa, aunque el verso al partir haya dicho algo distinto.
¿Y qué si ya no soy más adorable?
¿Y qué me importa lo que digan decenas de personas que ni me conocen? Siempre es lindo ver caer pétalos de rosas sobre uno, pero ¿quién te abraza cuando necesitás contención? ¿Quién para un segundo para darse cuenta si estás bien o estás mal?
Pocas, poquísimas personas. Y aunque no nos una la sangre (o si), con ella de chiquitas podíamos desenredar los hilos del corazón de una y otra casí sin mirar; pero hoy, pareciera que ni siquiera percibe que los hilos se enredaron para mí, y que cada vez están más atados y más confusos.
Y nada alcanza.

1 comentario:

José Camaleón dijo...

arriba candelush...!!!


los hilos se cruzan .. muy a menudo... y bueno si no hay nadie ahi para ayudar... tendremos q hacerlo solos..!!!


contas conmigo eso lo sabes..!!!


besos tantos