Hay tanta paz que me asusta.
¿Tenían que pasar cuatro días de reposo para llegar a esto?
No se…pero se siente bien.
En realidad es una mezcla de cosas: paz, tranquilidad, estabilidad y equilibro. ¡Y todo sin practicar yoga, ni mantra, ni meditación, ni hacer aromaterapia!
Y también hay extrañamiento. Hay mariposas y muchas ganas.
Hay sonrisas desprendidas por el recuerdo; imágenes que hacen mover la cabeza de derecha a izquierda mientras los dientes muerden el labio inferior, dibujando una sonrisa.
Y no hay ganas de que nada cambie; sino de que dure así como está por miedo de arruinarlo antes de tiempo, o de arruinarlo por completo.
Hay ganas de crecer, de aprender y de aprehender. Ganas de muchas cosas bien hechas. Ganas de dejar ese sello, de saber cada día un poco más y de crear cada día un poco más.
Tantas ganas de no se… ¿ganas de vivir serán? A veces son tantas que me desbordan y me quedo mirando el techo sin encontrar el norte, porque ¿por dónde empezar cuando se quieren hacer tantas cosas a la vez, y al mismo tiempo sacar un viaje sin retorno a la burbuja que nos hace felices?
Hay cosas que no se entienden pero que tampoco hay ganas de explicarlas. Hay enojos que no quieren llegar a conformarse: mechas de disgustos que son apagadas porque hoy todo parece ser muy celeste y rosa, no valen las caras largas. (La paleta es la del pastel: suave, tierno, estable, pacífico, cuasiperfecto).
¿Tenían que pasar cuatro días de reposo para llegar a esto?
No se…pero se siente bien.
En realidad es una mezcla de cosas: paz, tranquilidad, estabilidad y equilibro. ¡Y todo sin practicar yoga, ni mantra, ni meditación, ni hacer aromaterapia!
Y también hay extrañamiento. Hay mariposas y muchas ganas.
Hay sonrisas desprendidas por el recuerdo; imágenes que hacen mover la cabeza de derecha a izquierda mientras los dientes muerden el labio inferior, dibujando una sonrisa.
Y no hay ganas de que nada cambie; sino de que dure así como está por miedo de arruinarlo antes de tiempo, o de arruinarlo por completo.
Hay ganas de crecer, de aprender y de aprehender. Ganas de muchas cosas bien hechas. Ganas de dejar ese sello, de saber cada día un poco más y de crear cada día un poco más.
Tantas ganas de no se… ¿ganas de vivir serán? A veces son tantas que me desbordan y me quedo mirando el techo sin encontrar el norte, porque ¿por dónde empezar cuando se quieren hacer tantas cosas a la vez, y al mismo tiempo sacar un viaje sin retorno a la burbuja que nos hace felices?
Hay cosas que no se entienden pero que tampoco hay ganas de explicarlas. Hay enojos que no quieren llegar a conformarse: mechas de disgustos que son apagadas porque hoy todo parece ser muy celeste y rosa, no valen las caras largas. (La paleta es la del pastel: suave, tierno, estable, pacífico, cuasiperfecto).
Y si hay cansancio o tristeza, hay lugar también. Se acepta el curso de las cosas; la balanza del equilibrio cuenta con dos senderos opuestos a sus costados, como debe ser.
Hay ganas de divertirse…muchas ganas de bailar alocadamente haciendo volar los pelos para todos lados y riéndome mucho, porque los que están alrededor nunca importan en ese momento.
Y hay gente cerca que hace bien, que quiere compartir…gente que con unas pocas palabras te hace sonreír, y la sonrisa dura todo el día.
Hay ganas de probar y probar y seguir probando. Total, ¿qué se pierde?
No hay ganas de promesas, jamás funcionaron bien...la acción pesa tanto más que las palabras.
Hay ganas de ver mucho más allá y de ir mucho más allá…porque algo o alguien siempre espera del otro lado.
De a una cosa por vez…