martes, 5 de agosto de 2008

Sobre la liviandad de las palabras


Solemos atribuir a las palabras más poderes de los que realmente tienen. Solemos pensar que con ellas podemos cortar lazos, o afianzarlos, o enredarlos. A veces nos da miedo decir ciertas cosas porque las sentimos como venenosas, como puñales. A veces nos sentimos envenenados o apuñalados por palábras que llegaron a nuestros oídos directa o indirectamente. Otras veces nos sentimos desubicados diciendo cosas que realmente pensamos.

Es cierto que las palabras según como estén empleadas y combinadas nos afectan muchísimo: lastiman, enamoran, entristecen o alegran, y enferman a veces: guardarse palabras nos carcome por dentro. Es obvio que no fueron creadas para ser guardadas; las palabras deben decirse sin miedos, sin restricciones, sin suposiciones ni rodeos.

Miles de veces tuve miedo de decir cosas porque suponía que las consecuencias podían ser drásticas (muy a menudo todo es drástico para mí, convengamos que me cuesta la parte del chorro de soda para tomarme algunas cosas). Y siempre me paralizó el hecho de sentir que estaba cerrando o abriendo puertas sin vuelta atrás con solo decir palabras, como si ese conjunto de letras emitidas fonéticamente realmente tuvieran la capacidad de crear censuras tan grandes e irreversibles.

Y una vez que lograba decir las temidas palabras, sentía que había dictaminado algo, me sentía como una jueza con el martillito, como si hubiera cerrado una causa, o abierto causas innecesarias.

Y lo cierto es que mi corta vida me ha demostrado que las palabras no sirven de tanto...que las acciones superan a las palabras, y que estas últimas no siempre son el reflejo de lo que pasa por el crebero o por el corazón.

Es bueno saber y tener muy presente que la vida es algo tan inmanejable que ni un puñado de palabras muy bien pensadas puede cambiar en alguna medida su curso.

Las palabras son solo palabras y se las lleva el viento consigo muy fácilmente. Detrás de las palabras están los verdaderos pensamientos, sentimientos, impulsos, desesos, y acciones...esas sí tienen mucho peso.

Y también es bueno no olvidar que la vida da miles de vueltas, y lo que alejamos con palabras puede volver...o al menos las palabras, no borran a nadie el camino de vuelta.

1 comentario:

Evangelina Bianchi dijo...

Que tema el de la palabras!!!
En definitiva, algunas personas se llenan la boca de palabras y hasta se atragantan con ellas, para luego demostrar todo lo contrario con las acciones!!! A veces es tan contradictorio que llega a ser muy comico!!! jajajajajaja
Te quiero cani

Vangy